
El volante, con profusos mandos, está achatado ligeramente por abajo. Se manejan muchas cosas, sobre el display que hay entre los relojes. Tenemos levas de cambio, aunque un poco pequeñas y que giran con el aro, pero podemos también cambiar desde la palanca selectora.
En marcha ya hemos comentado lo cómodo y suave que resulta, pronta respuesta abajo y espectacular arriba, podemos movernos por todas partes con la facilidad de las levas de serie tras el volante.
Buscando «peros» encontramos un acelerador con interruptor «quick-down» poco deportivo, al actuar sobre él puede sobrevenir una reducción, ésto que es válido para los demás Polos, no nos gusta en un deportivo, donde jamás debería auto-reducirse en modo manual, si acaso se podría controlar que ocurriera con los perfiles de conducción de forma electrónica, pero nunca con un sensor en el fondo del acelerador que afea el tacto.
Admite todo tipo de jugarretas, es dócil, avisa, va por donde lo «tiras» y la velocidad de paso en curva es altísima, ayudado por el autoblocante electrónico que funciona a poco que giras las ruedas, casi sin esperar a la pérdida de la rueda interior. Es muy fácil de jugar con el acelerador en su balance de subviraje o sobreviraje cuando nos metemos en una curva de esas que no se acaba nunca, y en cambios de apoyo ni rechista. El control de estabilidad es desconectable del todo.
Maletero de GTI.
Si hablamos de cosas menos importantes para un coche así podemos decir en el maletero nada cambia excepto la capacidad que pasa de 280 litros a 204, porque aunque no lleva rueda de repuesto, sí queda bajo el piso el sitio reservado si la queremos poner. Le faltan quizá detalles para carga menuda a modo de compartimentos, tiene un par de ganchos pero mal colocados y diseñados, los abatimientos son asimétricos, con suelo prácticamente plano y una poco estudiada bandeja rígida que no hay dónde ponerla si la desmontamos.